
En esta nueva entrevista presentamos al fotógrafo sevillano Eduardo A. Ponce. Tiene una amplia experiencia en el mundo de la fotografía, que viene de los tiempos del laboratorio químico. Su trabajo se ha centrado en la fotografía de calle durante varios años, aunque en estos momentos está mucho más interesado en una fotografía más introspectiva, más personal, ya sea en digital o con película, tanto en color como en blanco y negro. La herramienta es lo de menos, lo importante es su gran expresividad a través de las imágenes, desarrollando trabajos que concluyen con una edición ya sea de un fotolibro, fanzine, audiovisual o cualquier otro medio de difusión.
¿Desde cuando te interesa la fotografía?

Todo empezó quizás por casualidad. Se montó una actividad extraescolar en mi instituto de revelado de fotografía, y fue ver cómo surgía la imagen revelada y algo en mí prendió. Hablo de los años ochenta. Me compré una cámara, y supuso un revulsivo. Comencé a dejar de ser tímido, a abrirme al mundo y a explorarlo. Me planteé dedicarme profesionalmente, pero las opciones en una capital de provincias entonces eran muy limitadas, así que se quedó conmigo en otro plano, quizás aquel en el que me alimenta más.
¿Qué significa para ti la fotografía?

Significa algo tan importante como la vía a través de la cual comencé realmente a observar el mundo que me rodeaba, a seleccionar qué me atraía y qué no. Comencé, como siempre se empieza, a visualizar las cosas bellas, bonitas, lo que llama la atención, lo grácil, lo familiar, etc. Pero con el tiempo se ha ido convirtiendo en algo más profundo. Es una vía para dialogar conmigo mismo, seguir descubriendo el mundo y descubriéndome a mi mismo. Reflexionar, y hacerlo a veces desde un plano absolutamente introspectivo, y otras, más abierto, más comprometido con lo social. Diría que incluso inquisitivo.
¿Qué tipo de fotografía haces?

Comencé haciendo todo tipo de fotografía, desde retratos, hasta foto de calle, religiosa, festiva, familiar, en las actividades de mi instituto, etc. Hice blanco y negro (al poco de empezar a revelar me hice en casa con un laboratorio), color, diapositivas (las míticas Kodachrome 64, Ektachrome, y otras). Con el paso de los años me fui centrando más en la foto de calle, primero en blanco y negro, y posteriormente, en color. Sin embargo, seguí evolucionando y experimenté una necesidad de ir más allá de la foto de calle, que sintiéndome a gusto realizándola, no me proporciona acceder a ese espacio introspectivo que también preciso, y que me permite profundizar en ámbitos a los que no llega la foto de calle. Actualmente no dejo de hacer foto de calle, pero incluso cuando la hago, busco cosas más allá de la simple estética, del instante decisivo que nunca más se repetirá o de una composición inteligente o graciosa pero que se limita a demostrar que compones muy bien o que dominas los principios del color. Creo que se debe dominar la composición, el color, etc, pero que todo ello no debe ser más que la estructura de algo más, de un mensaje o emoción más elaborados. Como he dicho antes, ya no me conformo con la foto única, típica de la foto de calle, ni la foto superdetallada y magistralmente procesada en Photoshop, sino que busco desarrollar narrativas (secuencias de imágenes) que hablen de cuestiones más cercanas a mis reflexiones sobre el mundo que perciben mis sentidos, ya sean en blanco y negro o en color, con mucho grano o nítidas, movidas o no. Porque en el fondo, cada una de todas esas técnicas o efectos no son más que instrumentos al servicio del lenguaje visual, de la idea, el concepto o la simple emoción. Cada vez empleo menos tiempo procesando las fotos con PS o LR, y más reflexionando sobre ellas en la mesa o bien en la pantalla. Sin dejar de lado mi pasión también por el fotolibro y la impresión, que hace que imprima fotozines, leporellos, etc.
Dinos tus referentes:

Pienso que cuando haces fotografía, conforme cumples años, tu manera de percibir y reflexionar sobre el mundo cambia, y eso supone también que tus referentes, sea en el plano que sea, en cierta medida, también cambian. Eso me ha sucedido también en fotografía, algunos referentes mantienen su posición, pero otros basculan, algunos suben, y otros bajan. No significa otra cosa que deja de atraerme un tipo de fotografía, un tipo de mensaje, de estética o incluso composición, y empieza a atraerme otro. En este momento tengo como referentes fotógrafos muy diversos e incluso antagónicos en algunos aspectos. Harry Gruyaert, Cristóbal Hara, Saul Leiter, Robert Frank, Txema Salvans, David Salcedo, Trent Park, Laia Abril, Rocío Bueno, Elisa González Miralles, Paula Anta, Vari Caramés, Paulo Nozolino, David Jiménez, Antoine D’Agata y otros muchos que quizás son menos conocidos pero tienen trabajos que realmente me han impactado, como son Alejandra Vacuii, Pako Pimienta, Alex Llovet, Xavi Carrión, Lander Rezola, Gema Casas, Rinko Kawauchi, Alisa Resnik o Irina Popova.
¿Cuáles son tus objetivos, qué buscas?

Pienso que en fotografía, conforme pasan los años, acumulas experiencia, los objetivos confluyen básicamente en interrogarse uno mismo sobre qué nos conmueve en este mundo y qué no, buscar la posición que ocupamos en él. Buscamos la esencia de las cosas, la naturaleza oculta en ellas, y también, cómo no, rebelarnos contra aquello que nos deshumaniza, hacerlo visible y compartirlo.
Luces de luciérnagas
Cada mañana los trenes de cercanías se llenan de trabajadores y estudiantes de las zonas metropolitanas y pueblos colindantes para dirigirse a sus puestos de trabajo y centros de estudios de la capital. No visten con trajes ni llevan maletines de piel auténtica, no viajan en AVE. Muchas veces tan temprano que aún no ha amanecido. Es entonces cuando aprovechan para dormitar un poco y arrancar así unos minutos más a su sueño. Con los ojos entornados, las mascarillas puestas a modo de bozal, dan cabezadas mientras a su alrededor el espacio se desvanece, se difumina por la velocidad del tren. Las luces desenfocadas de una ciudad que va despertando los envuelve. Ellos también tienen su propia luz mientras dormitan. Luces de luciérnagas. Este proyecto es mi homenaje a estas personas.



















BIO:
Nacido en Sevilla, desarrollo mi labor fotográfica desde mi juventud. Trabajo tanto en fotografía digital como analógica. Realizo fotografía de calle, siempre desde una perspectiva principalmente humanista y social, así como fotografía de carácter documental incorporando mi propia visión o experiencia sobre el tema que trato. En los últimos años he comenzado a desarrollar trabajos más introspectivos, regresando al blanco y negro y finalmente a la fotografía analógica. He realizado varias exposiciones, como “La Frontera” en Piedrabuena (Bar-Galería El Canguro Violeta), Ciudad Real, o El Sueño de Volar en el Palacio de la Mosquera ( dentro de la muestra de arte contemporáneo Palacio 15), en San Pedro de Alcántara, Ávila. Uno de mis últimos trabajos se centra en las personas que viajan en los trenes de Cercanías, desde una óptica muy personal y social, y del que he extraído la serie Luces de luciérnagas, de la que muestro una selección de fotografías. También estoy desarrollando en los últimos meses una intensa actividad en el área del fanzine, especialmente el fotozine, que he trasladado desde mi plano personal a mi labor como docente en un instituto de secundaria, en el que en este curso sacaremos cuatro números, contando en alguno de ellos con colaboradoras fotógrafas como son Elisa Miralles (Wannabe), Rocío Bueno (Hilo, Renascence) o Trini Escoriza (trabajo documental en La Chanca y en Perú).