Hay quienes afirman que proviene del latín amicus (“amigo”), que a su vez derivó de amore (“amar”). Sin embargo, otros estudiosos afirman que amigo es un vocablo griego compuesto por a (“sin”) y ego (“yo”), por lo que amigo significaría “sin mi yo”.
La amistad según Aristóteles
La convivencia con los hombres buenos es un inmejorable estímulo para la virtud.
«La vida es buena por naturaleza», pero a veces lo olvidamos. La cercanía de amigos de espíritu noble y justo nos permite vivir otras vidas, salir de nosotros mismos y enriquecernos con las virtudes ajenas. En los momentos de infortunio, su proximidad nos alivia, pero no debemos esperar que gimoteen con nosotros –algo que Aristóteles considera propio de mujeres y hombres débiles-, sino que nos acompañen con serenidad, compartiendo nuestra pena dignamente.
La amistad es algo que nos permite objetivar nuestros afectos y explorar nuestro interior. Se parece a una obra de arte, que siempre obedece al impulso de hacer el bien, purificando las pasiones mediante la experiencia estética. En ese sentido, la amistad es una forma de amor a uno mismo, pues no es posible mejorar sin experimentar apego hacia nuestro propio yo y buscar su plenitud. «El hombre bueno debe ser amante de sí mismo porque se ayudará a sí mismo haciendo lo que es noble y será útil a los demás». El hombre bueno se guía por el intelecto, que le revela que vivir noblemente siempre es mejor que entregarse a los placeres efímeros. Al realizar «una acción hermosa y grande», como dar la vida por la patria o los amigos, «elige para sí el bien mayor».
La amistad es un tapiz que se elabora lentamente, no algo que brota de forma espontánea.
Aristóteles afirma que la amistad entre malvados es imposible, pues ese tipo de hombres solo busca el beneficio propio. No son capaces de amar y no conocen la generosidad. No se fían los unos de los otros y prestan oídos a las calumnias. Los hombres buenos no se dejan contaminar por la maledicencia, pues confían en sus amigos. Eso sí, no son inmunes a la distancia y a la falta de trato, que diluyen los afectos. Aristóteles advierte que no es posible ser amigo de muchos. La amistad exige intimidad y esa experiencia nunca puede ser multitudinaria.
Sin amigos, nuestra existencia siempre estará incompleta, pero el afecto no debe oscurecer la pasión por la verdad



con Kirenia Martínez Acosta
La amistad es una oportunidad de «hacer el bien». Sin vínculos cálidos y estrechos, el ser humano no puede desarrollar sus sentimientos más dignos: la justicia, la benevolencia, la magnanimidad. La amistad crea lazos entre las personas y mantiene la paz en las ciudades: «Cuando los hombres son amigos, ninguna necesidad hay de justicia». La polis es una forma de amistad, pues su misión es garantizar el bien de todos. Cuando impera en la sociedad, surge la concordia, sin la cual la convivencia se despeña por la aspereza y la confrontación. Desgraciadamente, los políticos suelen alimentar los enconos. Es lo que nos ha enseñado la historia. Desde la muerte de Aristóteles en 322 a.C., las guerras se han sucedido y muchas veces han sido fruto de enemistades artificiales.



«Si, entonces, la función propia del hombre es una actividad del alma según la razón, o que implica la razón, y sí, por otra parte, decimos que esta función es específicamente propia del hombre y del hombre bueno, […] siendo esto así, decimos que la función del hombre es una cierta vida, y ésta es una actividad del alma y unas acciones razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien y hermosamente, y cada uno se realiza bien según su propia virtud; y si esto es así, resulta que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y la más perfecta, y además en una vida entera.»(Aristóteles, 1098a, p. 144)

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