Nido vacío

Cuenta mi madre que con la edad de 2 años, yo no dejaba de insistir en la idea de tener un hermano/a. A los tres años de mis constantes peticiones, nació Adela; mi niña bonita, mi compañera de juegos y de batallas, mi confidente. La vida transcurrió de manera amable, alimentada por papá y mamá, aprendimos a dar los primeros pasos y los siguientes, hasta que un día, cuando aun no estaba preparada para ser mayor; lo fui. 18 años no son nada, cuando apenas estás aprendiendo a pensar. De repente te encuentras al borde de un precipicio preparada para volar con plomadas en los zapatos.

Te echo de menos

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.