Wabi Sabi

La belleza de la imperfección

» Recojo del suelo una hoja momiji, de color burdeos, con los bordes marchitos. Es un tesoro, arrugada y frágil como el dorso arrugado de mi abuela. En mi corazón se abre un espacio. En estos momentos tengo todo cuanto necesito. Siento una apacible satisfacción, teñida de melancolía porque sé que este momento fugaz no regresará jamás.

Este es el mundo del Wabi Sabi.»

Beth Kempton

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